Shikoku, una de las cuatro islas que forman Japón, es quizás junto con Hokkaido la menos visitada por los extranjeros. Sin duda, Tokio con su bulliciosa vida nocturna, Kansai con Kioto, Nara y Himeiji ofrecen mucha más diversión y cultura; al contrario que Shikoku, con sus 88 templos esparcidos por toda la isla, entre los cuales se deslizan silenciosamente los peregrinos andantes con sus grandes bastones y amplios, cónicos sombreros blancos.
Aún así, Shikoku merece una visita algo más larga para relajarse y conocer un Japón rural, hospitalario y tranquilo.
La mejor manera de alcanzar la isla es cruzando los puentes de Seto hasta Takamtsu y de Awajishima. Si se viaja en coche (siempre la mejor manera de visitar Shikoku) hay que pagar el peaje en ambos puentes, aunque este último es más barato.
Desafortunadamente, el pequeño hipoctopus tan sólo tuvo unos tres días para explorar la isla, de modo que su visita-relámpago le permitió ver poco más que cuatro sitios, pero por toda la isla: el Valle de Iya, Katsura-hama cerca de Kochi, Matsuyama con su famoso Dogo onsen, y el cercano parque nacional de Ishizuchi, el pintoresco pueblo de Uchiko, para finalmente embarcar en el ferry hasta Beppu, Kyushu, en Yawatahama.
En algún lugar en Shikoku
Tokushima
Japón rural
El valle de Iya
Otra vez en algún lugar en Shikoku
Entre Tokushima y Kochi
2007-12-20
Shikoku, la tierra de udon y ríos salvajes
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario