Uchiko es un pueblecito chiquitín escondido entre los árboles de mandarina. El clima es tan suave que incluso en invierno los árboles están llenos de fruta. El sabor es delicioso: dulce, jugoso y hace pensar en los días soleados de verano. Las dos calles principales de Uchiko han conservado sus casa de madera muy antiguas, muchas de ellas abiertas para los curiosos visitantes. Por supuesto, el pequeño hipoctopus no pudo perder esta maravillosa oportunidad (además gratis) e intentó visitarlas todas imaginándose la vida de sus dueños hace decenas de años. Entre las casas se esconde un verdadero tesoro: unas tiendas y talleres, por ejemplo de sake, donde todo se fabrica manualmente, con la maquinaria que sin duda recuerda los tiempos de los bisabuelos de los habitantes del pueblo. Siendo la tierra de la mandarina, cómo no, en Uchiko se venden mandarinas y varios productos de la tierra. Se venden... solos... Es otro ejemplo de la extrema honradez japonesa. No hay vendedores, la verdad es que por la calle no hay ni una sola alma... Tan sólo basta con insertar la cantidad adecuada en una cesta destinada a este efecto y llevarse el producto. ¿Se quedarían los pobres campesinos de nuestros países en bancarrota con este sistema tan ingenuo?
Una tienda de regalos
¿Cómo resistir esta sonrisa?
Una tienda muy antigua
La cesta para dejar el dinero al hacer la compra
¿Un poco de té?
Calle antigua
Vista desde una de las casas de la calle principal
Irashaimaaaaase!¡Bienvenidos!
2007-12-20
Uchiko, la tierra de la mandarina
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