2007-11-18

Una casa en Muromachi -cómo buscar un techo en Japón

Hoy es un día precioso en Kioto. Estoy sentada en la “terraza” de mi casa japonesa junto a la plantación de pimientos rojos, menta y perejil de mi compañero de piso Nick, el Zapatero australiano (¿será que se ha puesto nostálgico de su tierra natal el pobre, siendo la plantación el fruto de tanta nostalgia?), escuchando canciones tradicionales japonesas. Sólo me falta un vasito de sake para completar este cuadro de felicidad perfecta. Estoy rodeada de otras casas de madera, muy antiguas, y todo ello en el centro de Kioto, un ciudad un tanto moderna pero que guarda perfectamente su encanto de épocas pasadas. Seguramente, algunos de vosotroso os preguntaréis dónde vive la loca en Japón; así, hoy he decidido escribir un poco sobre mi casa.

Antes que nada, quería comentar que no es difícil encontrar un piso compartido en Kioto. La mejor opción es visitar Kyoto Internacional Centre y echar un vistazo al tablero de anuncios o adquirir, también allí, Kansai Flea Market, un boletín con muchos anuncios sobre alquiler, trabajo, intercambio lingüístico y cultural, compra de artefactos varios y finalmente, cómo no, los corazones solitarios pueden encontrar aquí su media naranja. Por cierto, el pequeño hipoctopus tan sólo encontró una casa perfecta por allí, ya que no estaba buscando nada más :-)

Así que mi casa nippona es de madera, de dos pisos, está en el centro de la ciudad, muy cerca del Palacio Imperial, y es muy pero que muy antigua y totalmente japonesa. Los suelos de las habitaciones, cinco en total, están cubiertos de tatami, de modo que hay que quitarse los zapatos antes de entrar, como es costumbre en Japón en cualquier casa, tenga tatami o no. La pequeña escalera que parece ser destinada más para los hábiles ninjas que para los mortales tan comunes como el pequeño hipoctopus, lleva hasta la planta de arriba crujiendo al menor tacto y siendo capaz de despertar a un muerto por la noche... Es un verdadero milagro que todavía no se haya derrumbado por la edad o que no haya sido derrumbada en un ataque de ira de los que viven cerca de ella (véase, el pequeño hipoctopus).

En cuanto a la ducha, hmm... ¡sí que es una verdadera aventura! Está en una parte adyacente, casi al aire libre y, según me han contado, en invierno suele entrar la nieve... Brrrrrrr!!! Espero no experimentarlo en persona!!!

En una palabra, la casa me encanta, tiene alma y un encanto excepcional. A pesar de todos los pequeños inconvenientes, es un lugar perfecto para mí.

Mi casa en Kioto, la mini plantación, el orgullo de Nick, el Zapatero australiano

La mini-plantación de pimientos, el orgullo de Nick, el Zapatero australiano

Mi casa en Kioto, la cocina

La cocina

Mi casa en Kioto, la sala con la famosa escalera

El salón y la famosa escalera

Mi casa en Kioto, vistas desde la terraza

Vistas desde la terraza